Sunday, December 07, 2008

Una guitarra huérfana

La buena música está de duelo. Y cuando afirmo la buena música me refiero a la música popular. Y no sólo a la popular, sino a aquella que tiene identidad. La que huele a Iquique, a tumbos del Mercado Municipal traídos desde las quebradas, a ese olor por fin desterrado de las pesqueras, a ese olor de esas fuentes de sodas tan nuestras, a ese olor de las veredas de madera mojadas por la vecina del frente. Más que estar la música de duelo, Iquique lo está.

Seamos precisos. Ha muerto Pedro González Plaza (1937-2006), integrante del conjunto Los Bingos. La voz sentida y clara de Guido Marincovic así me lo hizo saber. Las malas noticias vuelan como jote hambriento y logran paralizar el corazón por unos segundos. Habría que poner en el corazón de cada uno de nosotros, un crespón negro.

Los Bingos son ya una institución en este puerto. Institución sin personalidad jurídica, y sin fines de lucro, pero con un fuerte carácter ha sabido estar al día con su canto. Una institución que se recrea cada viernes por la noche en la casa del flaco de origen croata. Una institución que siempre armonizó sus voces para cantar el bolero. Una institución que hizo del amor a esta ciudad su piedra filosofal fundamental.

Hacia fines de la década de los cincuenta este conjunto empieza a animar las cálidas noches del puerto sumido en la crisis; esta familia recreó buena parte de la canción popular. Triunfaron Los Bingos en aquellos tiempos en que grabar un 45 rpm era cosa seria. Había que ir a Santiago y de allí regresar con los discos ya sea en tren o en bus. Y grabaron dos Lp, y si la memoria no me engaña seis discos single.

Pero la muerte desafinó a Los Bingos. La muerte cortó una de las cuerdas de la tercera guitarra que ejecutaba el “Tongua” así bautizado por Vicente Fuentes. La primera voz de Los Bingos nos abandonó a los 69 años. Pedro era un romántico a ultranza. Parecía transformarse cada vez que cantaba “Sabor a Mi”. Cantando “La Malagueña” demostraba toda su versatilidad.

Nunca pensó este ilustre integrante de Los Bingos, cuando ingresó a esta familia, allá por el año 1959, que sólo la muerte lo iría a separar de esta pandilla musical. Parecen, Los Bingos, más que un grupo musical, un grupo de amigos juramentados en morir cantando.

Uno de los más hermosos boleros compuesto por Guido Marincovic, “Mi querido Iquique” (compuesto especialmente para el CD “Las canciones del Chumbeque a la Zofri”, parece anunciar la muerte de su compañero de mil batallas: “Pocos iquiqueños /van quedando ya /y nuestros retoños /te sabrán amar”.

Los Bingos, sin embargo, tienen guitarra para rato. La cuerda que le falta a esa guitarra que se toca cada viernes, en una casa de Manuel Rodríguez, estará acompañada de esa voz con sabor local. Me puedo imaginar el dolor del Guido y sus amigos, cada que vez que escuchen “Mi querido Iquique”.

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