Saturday, August 20, 2005

Reyes y reinas

Una mujer de la población La Legua se acaba de declarar “Reina de la pasta base”. El escándalo ha cundido como si se tratara de la presencia, en el parque temático de Cavancha de Osama Ben Laden. Esto no es nada nuevo en nuestra cultura. No en vano, hace varias décadas atrás nos autodefinimos como “Los ingleses del Pacífico”.

¿Qué significa eso? Significa primero que nada que tenemos un extraordinario sentido del humor. Y además, hacemos gala de una ironía tan fin y tan calculada, que sólo la podemos entender como una forma de herir a los ingleses. Proclamarse que nos parecemos a quienes, no tenemos por donde, es precisamente una declaración de guerra. De hecho nuestra puntualidad tan impuntual, y nuestro ancestral amor a los animales, constituyen la otra cara de la moneda. Al decir de muchos, la verdadera. Y esta actitud y esta manera de ser, es sin duda alguna, un rasgo latinoamericano. Ya lo decía ese filósofo que se enredaba con la gramática, cuando al acudir a recibir a una visita que llegaba por el Ferrocarril -impuntual por definición- quedó estupefacto al saber que el mismismo tren, como nunca, había llegado a la hora. Nuestro Mario Moreno exclamó de un modo que sólo puede ser nuestro: “Con esa puntualidad no sé dónde vamos a llegar”.

Baste revisar nuestra cartografía nobiliaria para dar cuenta de las características ya antes mencionadas: humor e ironía. El “Rey del Mote con Huesillos” atiende con una flema y puntualidad que cualquier miembro de la corte la quisiera. Y que vamos a decir del “Rey del Pescado Frito”, un hombre que maneja la sartén y el aceite como Sir Stanley manejaba la escopeta allá en el Africa ardiente. Y podemos sumar y seguir: El “Rey de los pistones”, el “Rey de los barquillos”. O el famoso y filántropo “Rey de las palomitas”. En nuestra cárcel habita, entre muchos otros, “El Rey de la Fuga”. Adivinen por qué.

La historia iquiqueña ha estado repleta de estos personajes. Si antes no fueron reyes, es porque eran antimonarquicos. Por ejemplo, el “Dr. de los Radiadores”, que en los años 60, atendía a los escasos vehículos que corrían por el “camino” rumbo a Cavancha. O aquel fantasioso personaje que no quiso ser ni Rey ni Doctor, lo suyo era la magia. De allí que se autodenominó: “El Mago de la Goma”.

Otro rasgo eminentemente nuestro, o sea, iquiqueño, consiste en encontrar las versiones de personajes famosos en las calles o parados en las esquinas. Así tuvimos al Charles Aznavour local, al Yaco Monti o al Sandro iquiqueño. El colmo fue una tarde cualquiera, cuando el observador de siempre, es decir, un habitante de la Plaza Arica, vio a un rubio iquiqueño, y le gritó Jimmy Carter. Hoy en Genaro Gallo, un taller mecánico, lleva el nombre de ese presidente de los Estados Unidos. Pero, no todos reaccionaban con simpatía, humor e ironía. Un barquillero que se hizo famoso por salir en la revista del corazón “Cine Amor” y que en consecuencia se ganó ese apodo, lanzaba palabras, para ese entonces de grueso calibre, a quien osara recordarle su paso por las hojas en que el “Pato” Pineda besaba a la bella Carmen Huerta.

“La reina de la pasta base”, sin embargo, nos revela otra realidad. En un país que desea enviar soldados a Afganistán, donde se prohibe la píldora del día después, y en la que casi nadie tiene claridad por quien van a votar en diciembre, la figura de esta mujer, entre ironía y sentido del humor, nos señala que algo huele mal. El injustamente humor llamado negro, tiene su lucidez.

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